viajes y otros lugares


No son mis viajes quizás los más exóticos, ni es necesario que así lo sean, supongo que lo importante es disfrutar allá donde vayas. Estár con quien deseas y poder formar parte, aunque sea sólo por unos días, del lugar que visitas.

El formar parte de una familia de clase media y numerosa, en mi caso, ha significado que nuestros viajes hayan sido muy limitados; en agosto y a la playa, aunque si bien es cierto, a ciertas edades el sólo hecho de subir al coche y coger la carretera era sinónimo de algo nuevo (aunque hubieses ido ya cientos de veces a ese lugar).

Conforme vas creciendo, repito, en mi caso, te dás cuenta que la posibilidad de "viajar" más allá de tu provincia o comunidad, se acerca cuando el fin de la E.G.B.(que recuerdos) está próximo y, a base de vender papeletas, ambientadores varios (como velas perfumadas) y almuerzos en los recreos (lo más divertido pues era jugar en serio a las tenderas), logras subvencionarte una mínima parte del viaje que han de pagar tus padres. Algunos afortunados consiguieron salir de viaje en 5º, pero para mi familia eso era algo prescindible, por lo que aprendes a esperar 3 años más.

El viaje tan esperado fue a nada más y nada menos que a Madrid, Toledo, Aranjuez, Avila y Segovia.

Cuando llega tan esperado día de marchar no te lo puedes ni creer. Te compran una maleta, porque antes nunca la habías necesitado (ya echaba tu madre tus cosas por ti en cualquier macuto o bolsa grande de plastico resistente) y tardas 2 segundos en ponerle tu nombre a la etiqueta que llevan para tal fin.
Madrugas para que no se te haga tarde bajo ningun concepto, para llegar a tiempo al autobus, donde están todos, padres y compañeros. Tus padres te dan 2 besos de despedida, te dicen que te portes bien y lleves cuidado.


El éxtasis viene cuando tu hermana mayor deja que te lleves la cámara de fotos que le regalaron cuando hizo la primera comunión (una werlisa) y te dan un dinero extra, muy superior a la paga que tenías asignada, para que te compres cosillas y para que "no te falte ná", y piensas en qué vas a comprar y si te dará para traer cosas a todos.

Una servidora en Toledo hizo el agosto, que fue el último lugar que visitamos y donde me gasté casi todo el dinero que llevaba, pues te vas reservando por si te pasas y te quedas sin un chavo y  tienes que pedir a algún profesor o compañero. Hasta ese momento, lo único en lo que había gastado el dinero había sido alguna cocacola o cropan, o postales desplegables de Madrid y Avila.
Cómo decía, que me lio de mala manera, en Toledo, con esas tiendas tan típicas me ví como hipnotizada y obligada a comprar cualquier cosa, pues todas eran maravillosas. Compré una caja con un boligrafo y portaminas a mi padre (pero no os lo perdáis, de stadler, que podría haber comprado en cualquier otra librería) y unas castañuelas, de plástico por cierto, que aunque no pertenecía a ningún grupo flolklorico o similar, siempre han sido objeto de mi devoción. Compré algunas cosas de bisutería y bolso pequeñito, y aunque puede parecer que es poca cosa todo lo mencionado, para mi, en esos momentos, era como una liberación el comprar lo que quisiera sin que nadie te dijera que "para que quieres eso" o "menuda tontería" o "no lo necesitas".
Como la werlisa no era digital, ya sabéis, escanearé alguna fotillo de aquellos momentos tan ilusionantes y la publicaré en breve a continuación de estas líneas, y después seguieré contando algunas cosillas.

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